En este apartado vamos a recordar aspectos significativos que tiene que revisar la escuela comprensiva cuando se plantea el proceso de enseñanza/aprendizaje desde los presupuestos de la inclusión. La escuela comprensiva es una forma de entender la escolarización que lleva a proporcionar a todos los alumnos de una misma edad las mismas posibilidades para llegar a una vida adulta de calidad, a partir de una educación básica o currículum común. El objetivo principal de la escuela comprensiva es conseguir que la formación básica que permite incorporarse a la vida adulta o proseguir estudios, sea alcanzada por todos los alumnos.
Esta realidad se concreta en la escolarización obligatoria a partir del desarrollo del currículum. Tal proceso exige al profesorado replantear una serie de cuestiones:
Aclarar y consensuar las competencias de la educación básica. Estas vienen aconsejadas por la Unesco desde los cuatro pilares de la Educación para el siglo XXI: aprender a aprender, aprender a ser, aprender a trabajar y aprender a vivir con los demás.
Plantear el currículum desde una dimensión dinámica que pide ir adaptándose a las peculiaridades individuales y grupales en las que se desarrolle.
El Proyecto Educativo y el Proyecto Curricular tienen que asumir el pluralismo, la diversidad y proponer medidas que lleven a reconocer que son compatibles: el desarrollo y aumento de la propia identidad, el conocimiento y desarrollo del otro y espacios comunes desde los que se viva una identidad colectiva.
Plantear los objetivos en términos de capacidades, como señala la L.O.G.S.E., significa secuenciarlos en relación con el grupo de referencia, entender que los objetivos que señala la educación básica pueden desarrollarse desde diferentes dimensiones y con diferente profundización de las capacidades.
Dar más importancia al enfoque funcional en la organización de los contenidos. La escuela tiene que poner la cultura al alcance del alumno para que sea elemento de riqueza personal y social. Para ello, hay que vincular a la persona con el conocimiento presentado desde situaciones de vivencia personal, comunicación y acción.
Potenciar contenidos procedimentales y de actitudes como potenciadores de experiencias de aprendizaje.
Colocar al alumnado en el foco de la actividad académica, provocando la iniciativa personal, creando autonomía en la búsqueda, iniciando y desarrollando la reflexión y autocrítica ante el conocimiento y sus diferentes fuentes.
Ampliar las estrategias y las iniciativas para la acción. El conocimiento no es medida segura para actuar; es preciso despertar la necesidad de la colaboración y el trabajo en grupo.
Las situaciones que se viven en la escuela, desde las experiencias de enseñanza/aprendizaje, tienen que proporcionar a todos los sujetos confianza en sí mismo y el sentido de pertenencia al grupo, viviendo desde estas situación las ventajas, valores e inconvenientes que conlleva la convivencia.
En la selección de las actividades se deben introducir estrategias de negociación, capacitación para saber escuchar, y para la resolución de conflictos, dando oportunidad para proponer las propias ideas, conflictos o dificultades.
Incidir en experiencias en las que, partiendo de aspectos de la propia identidad, se aprenda a conocer, a comprender y convivir con otras personas y grupos diferentes, y que a su vez se busquen espacios comunes de riqueza.
Acercar el conocimiento desde diferentes vías: comunicativa (oral, escrita, interactiva). Interpretativa, desde la que puedo contrastar opiniones, modificar esquemas, sistematizar ideas; y reflexiva, que sitúa personalmente ante los hechos y el conocimiento.
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