Las necesidades educativas entendidas desde la óptica social, grupal o individual son el punto de partida en el desarrollo del proceso de enseñanza/aprendizaje y, a su vez, adquieren un significado particular para la construcción de la educación inclusiva.
Las necesidades de cada sujeto siempre se expresan y conocen en la relación con los otros. Esta relación existe en la educación obligatoria desde la práctica de la educación para todos. En ella se escolarizan los sujetos de una misma edad y en su relación expresan sus necesidades. Estas pueden presentar diferentes signo, mayor o menor grado de dificultad; pero es desde la relación que se genera en la vida, en las escuelas y el aula desde la que se expresan las peculiaridades individuales. Esto significa que cuando entramos en relación con otra persona se pone de manifiesto la situación personal y la necesidad del otro. Esto reclama un nuevo modo de plantear la relación y la sociabilidad. Podemos poner diferentes ejemplos:
Estamos reunidos y entra una persona: nos callamos, intentamos ofrecerle una silla, explicamos brevemente donde estamos, etc.
Un niño llega a clase después de varios días de ausencia le preguntamos, resumimos lo visto hasta ahora...
Un niño ciego está escolarizado: revisamos los materiales y recursos empleados, cuestionamos el modo de movernos por el centro...
En primero un niño no aprende a leer: me pregunto si tiene maduros los aprendizajes básicos, si tiene capacidades para ello, cuestiono el método empleado...
En todos estos supuestos es la norma o el orden establecido el que ha servido de referencia para conocer la necesidad desde la interacción. Después vienen los ajustes.
Un estudio de la UNESCO (2000) analiza cuatro supuestos a partir de los que se valoran las necesidades de los alumnos en relación con el desarrollo del currículum:
Cualquier niño puede experimentar dificultades en la escuela.
Las dificultades educativas pueden sugerir medios para mejorar la práctica.
Estos cambios permiten ofrecer mejores condiciones de aprendizaje para todos los alumnos.
Los profesores deberán gozar de apoyos cuando intenten cambiar su práctica.
Este informe vincula la necesidad educativa con la dificultad para el aprendizaje, opción que también se extiende cuando se aplica este concepto a la educación especial, pasando a considerar el término de Necesidades Educativas Especiales.
Su estudio parte del informe WARNOCK (1978). Desde sus principios se rechaza el modelo tradicional de educación especial y se considera que la educación debería responder a todas las necesidades temporales y permanentes que pudieran presentar los niños durante su escolarización obligatoria, para adaptarse al currículum ordinario.
En 1989 se publica en España el Libro Blanco para la Reforma del Sistema Educativo. En el capítulo décimo se introduce el concepto de necesidades educativas especiales en estos términos: “Decir que un determinado alumno presenta necesidades educativas especiales es una forma de decir que para el logro de los fines de la educación precisa disponer de determinadas ayudas pedagógicas o servicios. De esta manera una necesidad educativa se describe en términos de aquello que es esencial para la consecución de los objetivos de la educación”. Pone el acento en aquello que la escuela tiene que hacer para responder a la necesidad de conseguir los objetivos de la educación. La L.O.G.S.E. recoge este concepto en los art. 36 y 37.
En este sentido afirma MARCHESI (1995) que la necesidad educativa así entendida, puede generar cambios profundos en el sistema educativo: “No puede llevarse a efecto con garantía, sólo modificando aquellos aspectos vinculados con la atención al alumnado. Exige cambios profundos de todo el sistema educativo: en la formación inicial del profesorado, en la autonomía de los centros, en la formación permanente del profesorado, flexibilidad curricular, modelo de evaluación . Es una labor vinculada y propia labor docente” (pag. 89).
La necesidad educativa o necesidad de aprendizaje a partir de la Conferencia Mundial sobre Educación para todos (JOMTIEN, 1990) determina el concepto de Educación básica. Esto significa que el profesorado tiene que partir de un primer supuesto: determinar las necesidades de aprendizaje del alumnado a las que tiene que ajustar su acción de enseñanza.
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