La formación del profesorado es una preocupación constante. “Cuanto más se trata de perfeccionar la escuela, más dura es la tarea del maestro”, opinaba PIAGET (Cuadernos de Pedagogía, 1996, 9). Es necesario un talante abierto y dinámico para la escuela, porque desde el desarrollo científico sabemos que cada vez es más difícil que el proceso educativo responda, desde un talante pasivo, como repetidor de experiencias externas.
El planteamiento curricular de la Reforma, tiene que desarrollarse desde un talante profesional que viva la educación como un proceso abierto, que se desarrolla en espacios de diversidad y se proyecta desde un talante democrático y comprensivo, si se pretende una educación inclusiva.
Desde las referencias que estamos analizando, se perfila un profesional que desarrolle actitudes para ejercer su actividad con autonomía pedagógica y organizativa; se favorece el trabajo en equipo de los profesores; se estimula la actividad investigadora a través de su práctica docente; se pide que el profesorado y el centro proyecten en su actividad un talante democrático, porque colabora y ejerce su actividad en un espacio público, del que son corresponsables todos los sujetos implicados en el proceso educativo: profesores, padres, alumnos, comunidad escolar, sociedad.
“Cuando una sociedad hace obligatoria la educación, debe entonces reconocer su responsabilidad en la definición de las ventajas de esa escolarización en términos de un currículum especificado” (O.C.D.E., 1991, 78).
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